Maite pasea con sus Bolas chinas
Maite visitó al ginecólogo hace un mes, y éste le dijo que sería bueno para su salud sexual hacer los ejercicios de Kegel o sino usar regularmente bolas chinas.
La primera semana intentó acostumbrarse a hacer los ejercicios, pero no consiguió ser muy constante. Por eso decidió comprarse unas bolas chinas e intentar usarlas en sus paseos diarios con su amiga Andrea.
Al comprar las bolas, eligió unas de silicona y se compró un lubricante acuoso. Ese mismo día, antes de salir para el ejercicio diario con Andrea, se preparó con tranquilidad. Lavó las bolas chinas, las mojó un poco en lubricante y jugando un poco con una de las bolas en la entrada de su vagina, fue abriendo camino hasta que entraron las dos bolas y se asentaron dentro de su cuerpo. Acabó de vestirse y bajó a encontrarse con Andrea.
– Maite: Hola Andrea. (con una sonrisa picarona).
– Andrea: Hola Maite, ¿de qué te ríes?
– Maite: de nada, es que…voy toda húmeda (sin abandonar su sonrisa).
– Andrea: ¿y eso?
– Maite: estoy de estreno.
– Andrea: ¿y qué es lo que estrenas?
– Maite: jajajaja, ¡me he puesto las bolas chinas!
– Andrea: ¿y qué tal?, cuéntame, cuéntame.
– Maite: pues aún no lo se, ahora vamos a probar. Venga, vamos a pasear hoy por la orilla del río.
Después de media hora andando, llegaron a una zona con escaleras en las que suelen parar para hacer subidas y bajadas para endurecer piernas y nalgas. Maite se adelanta y baja las escaleras acelerando el ritmo:
– Maite: Uy…uy..uy..jajajajajaj
Andrea que bajaba detrás se contagia de la risa:
– Andrea: jajaja, pero ¿qué te pasa?
– Maite: las bolas!, las bolas!… que se me mueven dentro y las noto en cada escalón, jajaja.
Tras unas subidas y bajadas con las sonrisas “puestas”, continúan su camino de vuelta a casa.
Maite llega a casa contenta de su experiencia y sintiendo muy viva toda su zona genital.
Iker, su chico, ya ha llegado a casa.. Bieeeeen, piensa Maite.
Él no sabe nada del estreno de las bolas y se sorprende del efusivo saludo de Maite, un largo morreo y un achuchón que le provocan una rápida erección.
– Maite: tienes un regalo entre mis labios, pero… no entre los de la boca.
Iker enciende una sonrisa y desliza fácilmente su mano entre el chándal de Maite y tras superar la barrera de la tanga se acerca a su abertura. Al intentar separar los labios con sus hábiles dedos, se sorprende por la mucha humedad y palpa un cuerpo extraño…
– Iker: ¿Qué es?
– Maite: jaja, estira a ver ¿qué pasa?
Iker entonces lo entiende, ya se ha puesto las bolas que dijo que se iba a comprar. Estira suavemente del lazo. Maite siente como una de las bolas está saliendo… y le gusta….
Iker sigue tirando y consigue sacar las dos bolas.
– Maite: ¡Ay qué gustico!
Iker las mira pero no se entretiene con ellas, está muy excitado y quiere seguir con su chica.
– Maite: te deseo.
– Iker: y yo.
Se funden en un abrazo-morreo y se dejan caer sobre la alfombra para seguir con su erótica sesión.
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