Parejas de largo recorrido 02

Es frecuente encontrar parejas que se instalan en la rutina, en la comodidad del “amor” y dejan de avivar el deseo, dejan de trabajar para el bienestar del otro y de la pareja.

Para evitar sentirnos solas/os, tendemos a buscar la intimidad con una persona. Buscamos emparejarnos. En todas las relaciones, la intimidad, suele ser variable, tiene altibajos, no es algo estático.

Por un lado el amor disfruta sabiéndolo todo de “la otra persona” y por otro el deseo erótico necesita de algo misterioso. Y así vemos como la intimidad y el amor pueden crecer con la repetición y la familiaridad, pero el erotismo y el deseo, se adormecen con ellas y sin embargo crecen con el misterio, con lo original y con lo inesperado: por ello, la buena y profunda intimidad no siempre contribuye al buen «sexo».

La fusión, la proximidad en exceso, pueden obstaculizar el deseo. Es importante que la pareja no provoque la anulación personal. Hay que sobrevivir como individuo/a dentro de la pareja.

El amor incondicional no lleva siempre al deseo erótico incondicional. Puede ocurrir que lo cariñoso y lo tierno no sean excitantes, puede ser que la cercanía se interponga en el deseo, así es que para que exista erotismo, en ocasiones puede ser positivo crear distancia para luego crear vida en ese espacio.
Al alejarse de la comodidad de la pareja, al sentirse más sola/o, al ganar fuerza el sentimiento de la individualidad dentro de la pareja se puede favorecer el deseo y el erotismo que inyecten vida en la relación.

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Amar no es desear, es mojarse (Carlos Odriozola)

Fernando Alonso
Experto Universitario en Sexualidad Humana.
Master en Promoción de la salud sexual.
Miembro de la AES 

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